EXPLICACION SOBRE LA SABIDURIA TOLTECA Y SU FILOSOFIA
http://www.toltecayotl.org/tolteca/
http://www.toltecayotl.org/tolteca/
http://www.toltecayotl.org/tolteca/index.php?option=com_content&view=article&catid=26:general&id=831:el-metodo-kinam-una-ensenanza-tolteca-frank-diaz
http://www.toltecayotl.org/tolteca/index.php?option=com_content&view=article&catid=26:general&id=831:el-metodo-kinam-una-ensenanza-tolteca-frank-diaz
Los toltecas una de las tribus de Mesoamérica,
cuya lengua era el Náhuatl,
se establecieron en el centro de México
en Tula que se convirtió luego en un imperio
que dominaba el centro de México
ya hacia el año de 1050 DC.
Poseían una cultura muy rica
siendo su Dios principal
Quetzalcóatl, dios del bien,
hombre y sacerdote, símbolo
de inteligencia de este pueblo.
El conocimiento esotérico de los toltecas
fue transmitido de generación en generación
a siendo el Dr Miguel Ruíz un náhualt
perteneciente al linaje tolteca
especificicamente a los
" guerreros del águila"
El Dr. Miguel Ruíz es maestro tolteca
y es el autor del libro
"Los cuatro acuerdos",
tratado de sabiduría tolteca que nos
enseña cuatro verdades tan simples
y tan poco usadas por nosotros
en nuestra sociedad actual.
El Dr Miguel Ruíz nos dice en el prólogo
de su libro
"Los cuatro acuerdos":
«No hay razón para sufrir.
La única razón por la que sufres
es porque así tú lo exiges.
Si observas tu
vida encontrarás muchas excusas
para sufrir, pero ninguna razón válida.
Lo mismo es aplicable a la felicidad.
La única razón por la que eres feliz
es porque tú decides ser feliz.
La felicidad es una elección,
como también lo es el sufrimiento».
Nosotros en nuestra socialización
primaria y secundaria vamos
haciendo acuerdos, que son las enseñanzas
que nos van transmitiendo nuestros
padres y nuestros maestros y educadores,
en toda nuestra vida vamos
sufriendo un proceso de "domesticación",
donde se nos enseña lo bueno y malo,
las creencias que ya existían
antes de que nosotros nacieramos,
aquellas seleccionadas por otros
pero no por nosotros.
Estas creencias nos harán
felices o infelices, dependiendo
de su energía y de cómo las usemos
en nuestras vidas.
Dice el Dr Ruiz en su libro:
"Toda la humanidad busca la Verdad,
la justicia y la belleza.
Estamos inmersos
en una búsqueda eterna de la Verdad
porque sólo creemos
en las mentiras que hemos
almacenado en nuestra mente.
Buscamos la justicia porque
en el sistema de creencias
que tenemos no existe.
Buscamos la belleza porque,
por muy bella que sea una persona,
no creemos que lo sea.
Seguimos buscando y buscando
cuando todo está ya en nosotros.
No hay ninguna Verdad que encontrar.
Dondequiera que miremos,
todo lo que vemos es la Verdad,
pero debido a los acuerdos
y las creencias que hemos
almacenado en nuestra mente,
no tenemos ojos para verla"
Estamos ciegos
ya que nos somos capaces de ver más allá
de todas las creencias que nos han inculcado,
es como si tuvieramos una especie
de venda en los ojos
que no nos deja ver
más allá de lo aprendido,
no no deja descubrir
"nuestra verdad".
No solemos aceptarnos como somos
en ese afán por ser como los demás quieren
que seamos o esperan que seamos,
por lo cual dejamos a un lado
nuestra auténticidad para
cumplir "acuerdos tácitos"
o socializaciones de otros,
por lo que no vemos nuestra verdad,
la luz que vibra en nuestro interior
y que todos poseemos.
Hemos hecho acuerdos con los demás
pero también con nosotros mismos,
las creencias que tenemos sobre quiénes somos,
qué sentimos, qué deseamos, muchos
de esos acuerdos no nos satisfacen,
por lo que debemos
de tener el coraje de cambiarlos,
dice al respecto el Dr Ruiz:
"Si somos capaces de
reconocer que nuestra vida
está gobernada por nuestros acuerdos
y el sueño de nuestra vida no nos gusta,
necesitamos cambiar los acuerdos.
Cuando finalmente
estemos dispuestos a cambiarlos,
habrá cuatro acuerdos muy poderosos
que nos ayudarán a romper aquellos
otros que surgen del miedo
y agotan nuestra energía.
Cada vez que rompes un acuerdo,
todo el poder que utilizaste
para crearlo vuelve a ti."
Es decir que en nosotros está la capacidad
de romper acuerdos que nos maltratan,
que nos roban la autoestima,
que nos hacen
sentir infelices y rechazados,
acuerdos con los otros
y con nosotros mismos
que hemos adoptado en la creencia
de que es el imperativo categórico de Kant,
"el deber ser" .
De allí que al romper nuestros viejos acuerdos,
toda la energía que hemos puesto en esos
acuerdos al crearlos y sostenerlos
volverá a nosotros y
podremos crear nuevos acuerdos,
en especial los cuatro acuerdos de
sabiduría tolteca que nos
enseña el Dr Ruiz en su libro.
Les hablaré resumidamente de cada uno de ellos.
Primer acuerdo:
Sé impecable con las palabras.
Es el acuerdo más importante
y más díficil quizá de cumplir.
Ya hemos hablado del poder que tiene el verbo,
la palabra, de la energía que encierran las palabras,
la energía que le imprimimos desde las emociones,
y lo díficil que se hace recoger
las palabras una vez dichas.
Dice el Dr Ruiz que toda la magia
se encierra en las palabras,
si las utilizas bien crearás
"magia blanca"
si las utilizas mal,
será
"magia negra"
. Las palabras ejercen una gran influencia
sobre quienes las escuchan.
Todos somos magos,
hacedores de magia con las palabras,
con ellas podemos destruir o podemos construir,
depende del sentido
y la intención que le imprimamos.
Por qué ser "impecable" con las palabras?
porque la palabra impecable significa
extento de pecado,
quiere decir no usar las palabras
en contra de nosotros.
Cada palabra que digo en bien o en mal
regresa a mi con toda su carga energética.
Las personas que nos maldicen,
insultan o hieren verbalmente
se crean un daño a sí mismas,
ya que el todo el veneno que hay
en esas palabras generarán sentimientos
negativos hacia esa persona,
el que las escucha generará odio
hacia esa persona que las dice,
y ese odio se vuelve en contra del que ofende.
Lo mismo ocurre con las palabras de amor,
palabras buenas generarán
acciones buenas, palabras malas ,
acciones malas.
Cada vez que usamos nuestras palabras
en sentido negativo creamos un hechizo
de magia negra, como ésta historia que
nos relata el Dr. Ruiz en su libro:
"Había una vez una mujer inteligente
y de gran corazón.
Esta mujer tenía una hija a la queadoraba.
Una noche llegó a casa
después de un duro día de trabajo,
muy cansada,
tensa y con un terrible dolor de cabeza.
Quería paz y tranquilidad,
pero su hija saltaba y cantaba,
alegremente.
No era consciente de cómo se sentía su madre;
estaba en su propio mundo,
en su propio sueño.
Se sentía de maravilla y saltaba
y cantaba cada vez más fuerte,
expresando su alegría y su amor.
Cantaba tan fuerte
que el dolor de cabeza de su madre
aún empeoró más, hasta que,
en un momento determinado,
la madre perdió el control.
Miró muy enfadada
a su preciosa hija y le dijo:
«¡Cállate! Tienes una voz horrible.
¿Es que no puedes estar callada?».
Lo cierto es que, en ese momento,
la tolerancia de la madre
frente a cualquier ruido era inexistente;
no era que la voz de su hija fuera horrible.
Pero la hija creyó lo que le dijo su madre
y llegó a un acuerdo con ella misma.
Después de esto ya no cantó más,
porque creía que su voz era horrible
y que molestaría
a cualquier persona que la oyera.
En la escuela se volvió tímida,
y si le pedían que cantase, se negaba a hacerlo.
Incluso hablar con los demás
se convirtió en algo difícil.
Ese nuevo acuerdo
hizo que todo cambiase para esa niña:
creyó que debía reprimir
sus emociones para que la aceptasen y la amasen.
Siempre que escuchamos
una opinión y la creemos,
llegamos a un acuerdo que
pasa a formar parte de nuestro
sistema de creencias.
La niña creció,
y aunque tenía una bonita voz,
nunca volvió a cantar.
Desarrolló un gran complejo
a causa de un hechizo;
un hechizo lanzado por la
persona que más la quería:
su propia madre,
que no se dio cuenta de lo que había
hecho con sus palabras.
No se dio cuenta de que había
utilizado magia negra
y había hechizado a su hija.
Desconocía el poder de sus palabras,
y por consiguiente no se la puede culpar.
Hizo lo que su propia madre,
su padre y otras personas habían
hecho con ella de muchas maneras diferentes:
utilizar mal sus palabras."
Vemos pues que también
nosotros hemos hecho hechizos
a más de uno en nuestras vidas,
incluyendo a nuestros hijos, cuando le decimos:
"Tú no sirves para ésto o aquello,
mejor estudia ésta o aquella profesión",
" Te falta inteligencia",
"Eres feo",
" Nunca lograrás nada en la vida",
etc..todas éstas sentencias
son hechizos de magia negra
que usamos sin saber el poder que tienen en la vida
del que las recibe y en nuestra vida,
ya que toda la mala energía
se volverá contra nosotros algún día.
Segundo acuerdo:
No tomarte nada personalmente
No debemos tomarnos las palabras de los demàs
ni sus acciones de modo personal,
ya que cada persona
tiene su propio mundo de creencias,
sus propios acuerdos,
y lo que diga o haga no tiene que ver
con nosotros ni con nuestro mundo
sino con el de esa persona;
como ella lo ve y siente.
Cuando no nos tomamos las palabras
o acciones de modo personal,
nos volvemos inmunes a su veneno,
no nos afectan.
Dice el Dr Ruiz:
"No te tomes nada personalmente porque,
si lo haces,
te expones a sufrir por nada.
Los seres humanos somos
adictos al sufrimiento
en diferentes niveles y distintos grados;
nos apoyamos los unos a los otros
para mantener esta adicción.
Hemos acordado ayudarnos
mutuamente a sufrir.
Si tienes la necesidad de que te maltraten,
será fácil que los demás lo hagan.
Del mismo modo,
si estás con personas que necesitan sufrir,
algo en ti hará que las maltrates.
Es como si llevasen un
cartel en la espalda que dijera:
«Patéame, por favor».
Piden una justificación para su sufrimiento.
Su adicción al sufrimiento
no es más que un acuerdo
que refuerzan a diario.
Vayas donde vayas,
encontrarás a gente que te mentirá,
pero a medida que tu consciencia se expanda,
descubrirás que tú también te mientes a ti mismo.
No esperes que los demás
te digan la verdad, porque ellos
también se mienten a sí mismos.
Tienes que confiar en ti y decidir si
crees o no lo que alguien te dice. ....
Si alguien no te trata con amor ni respeto,
que se aleje de ti es un regalo.
Si esa persona no se va, lo más probable
es que soportes
muchos años de sufrimiento con ella.
Que se marche quizá resulte
doloroso durante un tiempo,
pero finalmente tu corazón sanará.
Entonces, elegirás lo que de verdad quieres.
Descubrirás que, para elegir correctamente,
más que confiar en los demás,
es necesario que confíes en ti mismo.
Cuando no tomarte nada personalmente
se convierta en un hábito firme y sólido,
te evitarás muchos disgustos en la vida."
No tomarse las cosas personalmente
es algo que no hacemos,
siempre estamos pensando que los
demás la tienen tomada en contra
de nosotros, que las personas dicen
o hacen algo en nuestra contra,
que siempre hablan de nosotros,
que siempren comentan de nosotros, etc...
tenemos que aprender a ver a las personas
y sus opiniones
como algo que es problema de ellos,
no nuestro,
ni tiene que ver con nuestra valía
como ser humano,
si te insultan y te dicen que eres un miserable,
pues bien,
eso es un concepto
que pertenece a esa persona,
es algo que ella ve asi según los acuerdos
que ha hecho en su socialización,
pero que no tiene nada que ver contigo.
Tercer acuerdo:
No hagas suposiciones
El hacer suposiciones siempre nos trae decepciones.
Nos pasamos la vida suponiendo
cosas que no son ciertas,
que creemos ver o saber,
éste tercer acuerdo va de la mano
con el segundo acuerdo,
no tomarse nada personalmente.
El suponer siempre crea problemas,
ya que cuando suponemos
lo hacemos basado en nuestros propias
percepciones de la realidad,
en lo que creemos que es,
y entonces no conocemos la verdad,
cuando suponemos algo de una persona,
en éste caso de nuestra pareja,
suponemos que sabía algo,
y luego cuando comprobamos que no es asi,
nos ofendemos,
pero no aclaramos con ella las cosas
de antemano antes de suponer.
Siempre la verdad por delante es lo mejor.
No es bueno suponer,
pero siempre lo estamos haciendo sobre
todo lo que nos rodea,
ya que necesitamos saber,
conocer y tener explicaciones de las cosas,
aunque éstas sean erradas.
Respecto a éste tercer acuerdo dice
el Dr Ruiz:
"La manera de evitar las suposiciones es preguntar.
Asegúrate de que las cosas te queden claras.
Si no comprendes alguna,
ten el valor
de preguntar hasta clarificarlo todo lo posible,
e incluso entonces,
no supongas que lo sabes todo
sobre esa situación en particular.
Una vez escuches la respuesta,
no tendrás que hacer suposiciones
porque sabrás la verdad.
Asimismo, encuentra tu voz para preguntar
lo que quieres.
Todo el mundo tiene derecho a contestarte
«sí» o «no»,
pero tú siempre tendrás
derecho a preguntar.
Del mismo modo,
todo el mundo tiene derecho a preguntarte
y tú tienes derecho a contestar
«sí» o «no».
Si no entiendes algo,
en lugar de hacer una suposición,
es mejor que preguntes y que seas claro.
El día que dejes de hacer suposiciones,
te comunicarás con habilidad
y claridad, libre de veneno
emocional.
Cuando ya no hagas suposiciones,
tus palabras se volverán impecables."
Cuarto acuerdo:
Haz siempre tu máximo esfuerzo
Este acuerdo es el que permite que
los otros acuerdos
se conviertan en hábitos internalizados
dentro de nosotros.
Se trata de dar siempre lo mejor de uno
en cualquier situación.
Si hacemos nuestro mejor esfuerzo
nunca nos sentiremos
culpables de no haberlo intentado lo suficiente,
ni sentiremos frustación ni sentimientos de culpa.
Solemos decirnos,
" Es que si hubiese hecho más...
es que si al menos le hubiera ayudado un poco más...",
o " Fracasé porque no lo intenté
lo suficiente, no puse todo el empeño que debía"
y frases parecidas.
Hacer nuestro máximo esfuerzo
y disfrutarlo es aceptarnos a nosotros mismos
sin reproches ni quejas,
si damos lo mejor en cada acción,
a pesar de que no logremos nuestra meta,
no podremos sentirnos frustados o fracasados,
simplemente no estaba para darse,
pero no por no haberlo intentado
con nuestro mayor esfuerzo.
historia basada en el cuarto y último acuerdo,
libro de sabiduría tolteca
"Había una vez un hombre que quería
trascender su sufrimiento,
de modo que se fue a un templo
budista para encontrar a un
maestro que le ayudase.
Se acercó a él y le dijo:
«Maestro, si medito cuatro horas al día,
¿cuánto tiempo tardaré en alcanzar la iluminación?».
El maestro le miró y le respondió:
«Si meditas cuatro horas al día, tal
vez lo consigas dentro de diez años».
El hombre,
pensando que podía hacer más,
le dijo:
«Maestro, y si medito ocho horas al día,
¿cuánto
tiempo tardaré en alcanzar la iluminación?».
El maestro le miró y le respondió:
«Si meditas ocho horas al día,
tal vez lo lograrás dentro de veinte
años».
«Pero ¿por qué tardaré más tiempo si medito más?»,
preguntó el hombre.
El maestro contestó:
«No estás aquí para sacrificar tu alegría ni tu vida.
Estás aquí para vivir,
para ser feliz y para amar.
Si puedes alcanzar tu máximo nivel
en dos horas de meditación,
pero utilizas ocho,
sólo conseguirás agotarte,
apartarte del verdadero sentido
de la meditación y
no disfrutar de tu vida.
Haz tu máximo esfuerzo,
y tal vez aprenderás que
independientemente
del tiempo que medites,
puedes vivir,
amar y ser feliz».
somos dos extraños que nos conocemos muy bien..
somos tan parecidos y a la vez tan diferentes..!
Una mujer completa no necesita muletas
vive y se entrega día a día,
y cuando se enamora se entrega a ese amor
sin dejar de ser ella misma.