EL DINERO COMO ENERGÍA
escribe Gustavo Fernández
Es necesario comprender que el dinero es energía, y si no sabemos verlo como tal nos costará mucho conseguirlo. Lo que llamamos “dinero” –billetes y monedas- no es dinero en sí, son sólo “cosas”, símbolos de otras. Un billete de cien pesos no vale en papel esa suma, sólo por representar (lo que hace a un símbolo) una parte (ínfima, sí) del PBI y de las reservas del país. De hecho, hasta unos cincuenta años atrás aún podía leerse en los billetes que circulaban en Argentina la frase “El Banco Central pagará al portador la suma de .......pesos en oro”, lo que demostraba que tal papelito impreso es sólo un pagaré. Lo mismo ocurre con las monedas, cuyo valor material es inferior al que se le asigna. Por eso no puede combatirse la pobreza imprimiendo más billetes; como cada uno representa una parte fija de las reservas de la Nación, si aumenta la cantidad de papeles –pero no la de las reservas- cada uno de aquellos representará una porción menor del tesoro nacional y la moneda se habrá así devaluado-.
Ahora bien, enseña el psicoanalista argentino doctor Norberto Litvinoff, que todo símbolo es “una máquina psicológica transformadora de energía”. El dinero, en tanto y en cuanto es símbolo, genera y transforma la energía que se materializa en los cambios que producimos en nuestra vida cotidiana.
Y además se comporta como una energía física. Si no lo tengo, no “pasa” energía suficiente para hacer funcionar la máquina de mi vida. Si lo acumulo en demasía y no lo distribuyo, la “sobrecarga” puede destruirme. Mientras no entendamos que no se trata de un bien material que pasa de mano en mano, sino de fuerzas y conceptos simbólicos que nosotros mismos hacemos fluir por los conductores de nuestras vidas, nuestra relación con él será problemática. Dicho de otra forma, mientras no sepamos que su principal papel es alimentar al arquetipo del Negociador de nuestro inconsciente, seguiremos sin entender que entre un linyera y Bill Gates sólo hay una diferencia; en el primero, un Negociador fracasado. En el segundo, uno ambicioso, creativo y voraz.
Y finalmente: sabemos que esta "materialidad" que parece signar nuestra vida es sólo Maya, ilusiòn: somos simplemente nubes de partículas energéticas organizadas. En tanto ello, todo lo que hagamos con el resto del Universo es intercambio de energía. Trabajar, hacer el amor, discutir, ayudar, es sólo eso: intercambio de energía. Siendo así, ¿cómo no concebir nuestra relaciòn con el dinero no en términos de "gsanancia" o "pérdida" sino de "intercambio de energía"?. Y sabiéndolo, aprender a obrar en consecuencia.
Gustavo Fernández
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